EL ASATOMA | ASATO MAA…
(del No-Ser…)
Asato maa sad gamaya
Tamaso maa jyotir gamaya
Mrtyor maa ‘mrtam gamaya
OM
Condúceme de lo irreal a lo real ( del no ser al ser)
Condúceme de la oscuridad a la luz
Condúceme de la muerte a la inmortalidad
Esta antiquísima invocación védica, enuncia una bendición,
un programa de vida individual y el objetivo de la evolución humana.
Condúceme…
La invocación védica se dirige a un «tú» sin nombrarlo.
Algunos, quizás, reconocerán al gran «Tú» que se oculta y se revela en la Tierra, en el Sol, en las estrellas, en los planetas, los minerales,
las plantas, los animales, y los seres humanos.
A la Presencia Viva, Inteligente, Poderosa, Consciente y Feliz
que impregna y sostiene todo, incluyéndonos a nosotros mismos,
y de cuya naturaleza participamos, aunque,
en la ilusión de nuestra separatividad, no nos demos cuenta.
Estamos en camino, somos el camino…
Del no-ser (asat) al ser (sat)…
El Yoga es uno de los caminos posibles
para emprender el retorno a casa.
El ser humano anhela recuperar el Paraíso
del que se autoexpulsa por culpa del Deseo.
Ese Deseo que nos hace sentirnos incompletos
y creer que algo del Afuera podrá satisfacer
alguna vez nuestra ansiedad existencial.
Pero sucede que si retornamos a la fuente surgente de Ser,
que somos nosotros mismos,
percibiremos entonces al mismo tiempo también al Ser Universal
que nos hace guiños por todos lados.
De la oscuridad (tamas) a la luz (jyotis) …
En la oscuridad no puedo ver con claridad
por qué ni para qué estoy en este mundo, en este cuerpo,
en esta familia, en esta clase social, en este país, en este siglo…
Realizo rutinariamente mis tareas cotidianas en una nube de semi-conciencia,
sin estar realmente «ahí», a tal punto que los días «vuelan»
y a veces ni siquiera puedo recordar qué hice,
dejándome la sensación de no haber vivido del todo,
de haberme perdido algo, aunque sin poder precisar muy bien qué…
Me desplazo frenéticamente en todo tipo de medios de transporte,
pero en última instancia no sé adónde voy.
Estoy dormido y ni siquiera me doy cuenta de ello.
Pero para muchos de nosotros, en cierto momento,
en el medio de la oscuridad,
surge el punzante dolor de la nostalgia por la luz.
No estamos hechos para vivir eternamente en las sombras.
Algo dentro nuestro despierta y nos acicatea.
Intentamos negarlo, pero no nos deja en paz.
Nuestras preocupaciones habituales nos parecen intrascendentes;
lo que antes nos entusiasmaba, ahora nos aburre;
nos sentimos solos: nuestros seres queridos, nuestros amigos,
nuestros compañeros de trabajo no comparten nuestra desazón.
Es el momento del despertar.
La invocación védica pide que la luz
nos sea compasivamente mostrada para que sepamos hacia dónde dirigirnos.
Todo nuestro peregrinar sobre esta tierra, tanto a nivel individual
como de especie, es dirigirse hacia la luz.
La luz del Amor, la luz de la Alegría, la luz de la Unidad,
la luz de la Paz, la luz del Saber…
Quienes han retornado de una experiencia cercana a la muerte,
describen un largo túnel de oscuridad, y a su término una cálida luz,
palpitante de Vida, Amor, Comprensión,
infinita Bondad y Justicia, Sabiduría y Compasión…
Pero quizás no haga falta esperar a dejar este cuerpo físico para acercarnos a ella.
De la muerte (mrtyu) a la inmortalidad (amrtam) …
Todo es efímero en este mundo: las cosas, las personas, las amistades, las relaciones, las situaciones, nuestro propio cuerpo,
nuestros estados de ánimo, nuestros pensamientos….
En el mundo del tiempo y del espacio, todo muda y perece.
Toda la creación, con la excepción del ser humano,
acepta esta situación con naturalidad.
Al hombre, en cambio, le molesta.
No nos sentimos «en casa» en el ámbito de lo transitorio.
Nos parece siempre que lo que no cambia es más «verdadero» que lo que cambia.
La Ciencia busca lo invariable dentro de los fenómenos
(sus leyes de funcionamiento).
La Filosofía busca el Ser Absoluto debajo de lo mutable,
la Moral intenta determinar los Mandatos que todos debiéramos cumplir…
El propio Lenguaje subsume, por ejemplo, bajo la palabra «perro»,
lo común (lo invariable) de todos los perros posibles…
Y de ninguna manera queremos aceptar que nosotros mismos seamos perecederos.
Algo en nosotros tiene nostalgia de inmortalidad.
La muerte como aniquilación total nos parece un escándalo inaceptable,
porque Algo en nosotros intuye que nuestro ser más íntimo es inmortal.
Nuestra cultura nos ha convencido de poner el ser en el cuerpo,
en las pertenencias, en el status, en el éxito, en la erudición.
Pero todas estas cosas son efímeras,
y nuestro ser interior tiene hambre de perdurabilidad.
Hemos puesto nuestro ser en el lugar equivocado.
Shantih, shantih, shantih…Paz, Paz, Paz
Y cuando hayamos retornado a nuestro hogar,
cuando nos hayamos reinstalado en la casa del Ser,
encontraremos que, finalmente, estamos en Paz…